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miércoles, 21 de marzo de 2007

Fué una noche extraña (desenlace)




Nos quedamos quietos, inmóviles, sin saber que decir o que hacer...
-Pero será cabrón!
-Hay la leche! Pero, ¿la gente no tiene nada mejor que hacer un sábado a las 4 de la mañana?
Nunca se me había roto la magia de forma tan brusca, y fuimos a aterrizar de bruces, desde las nubes a un oscuro parking al lado de un árbol…lo curioso del asunto es que ni siquiera eso consiguió incomodarme demasiado, la atmósfera seguía siendo cálida y reconfortante, pese a la sombra que venía por la ventanilla de la parte derecha del coche.
Seguíamos así impúdicos ante la mirada que no cesaba de la sombra, entre calidas caricias y sonando nuestras risas en la oscuridad de la noche:
-Mira ya se ha ido, debe ser que no le pone nuestra conversación…
-Jajaja, si le hemos decepcionado, pobrecito.
Fue mirar en sus ojos y ver centelleando otra vez el fuego que hace unos momentos nos consumía pero esta vez con mas fuerza, acompañado de una sonrisa pícara diciéndome que no importaba ya nada de lo que estuviera alrededor nuestro, así que nos dejamos llevar, invadidos cada vez mas y mas por la marea que iba envolviendo nuestros cuerpos, en oleadas cálidas de placer.
Cuando volvimos a pisar tierra firme, fue como un despertar de domingo, poco a poco, sin ninguna prisa, sin importarnos nada de todo lo que había alrededor, bueno casi…
-Míralo, ha vuelto.
Otra vez esa dichosa sombra que se movía acompasadamente, pegada a nuestra ventanilla, pero cada vez más cerca, cada vez mas cerca, hasta que dejó de ser una mera sombra para convertirse en la cara de un hombre, que nos miraba fijamente. De un brinco colgué lo primero que encontré del asa que había sobre la ventanilla, más que nada porque el hecho de que una mera sombra, se convirtiese en alguien de carne y hueso, resultaba algo mucho más patético de lo que estaba dispuesta a soportar.
En fin, nos vestimos y retornamos a la civilización, ya sin rastro de sombras en la ventanilla, de nuevo a torcer la calle de mi amigo, de nuevo un silencio antes de bajar del coche, de nuevo un último beso antes de la próxima vez que nos veamos…
-Espero a que te abran la puerta.
- No déjalo, vete que tienes que dormir algo antes del viaje de mañana, seguro que tarda un rato, le tengo que sacar de la cama y mientras se despierta y se da cuenta de lo que pasa tu ya estás en la cama.
Bajar del coche y aproximarme al portal; llamo al telefonillo, espero, vuelvo a llamar, vuelvo a esperar, nada, no hay respuesta. Decido probar a llamándole al teléfono que tiene justo al lado en la mesilla de noche, el móvil apagado, el fijo no contesta. Después de todo esto ya habían pasado 15 minutos de infructuosos intentos de despertar a Luís. Miro el reloj y decido intentarlo 5 minutos más. Cuando levanto la vista del reloj, un taxi se acerca calle abajo, la lucecita está apagada, así que viene a recoger a alguien y pienso, (bueno puedo decirle al taxista que me pida otro taxi para mi, porque es muy raro que Luís no me abra…). Veo al taxista parase en el portal justo en frente, esperando, mientras yo, sigo con mi espera, justo al decidir acercarme al taxi para pedirle amablemente al taxista, que me pida otro taxi para mi, se enciende la lucecita verde…
-Buenas noches.
-Buenas noches.
-¿Está libre?, venía a pedirle si por favor me puede llamar un taxi que me venga a recoger.
-Pues no creo que haga falta, tenía una llamada para esta dirección pero en vista de que nadie aparece, puedo llevarla a usted.
-Ah, perfecto entonces, lléveme, por favor a la estación del tren.
Llegamos a la estación a la hora justa para coger el primer tren de la mañana hacia mi ciudad, un corto trayecto que no duraría mucho más de media hora, en la que tenía planeado echar una cabezadita, el cansancio iba haciendo mella…
Al bajar las escaleras mecánicas del andén donde ya estaba el tren dispuesto para su marcha, diviso un grupo de unas 15 mujeres, de mediana edad, todas entre risas, en un ambiente distendido y jovial. Recuerdo que para mis adentros pensé: -míralas que bien se lo pasan, seguro que vienen de una despedida de soltera.
Una mujer rubia y alta me estaba dando la espalda, me fijo en su bolso, negro, grande y repentinamente me resulta muy familiar, (que tontería, seguro que lo he visto en cualquier parte), su abrigo largo color camel, la forma de su peinado, y ahora el sonido de su risa, me fijo en las caras de las mujeres que la acompañaban y empiezo a reconocerlas, poco a poco una a una…
-Pero Mamá, ¿y tu que haces aquí?

2 comentarios:

Guillermo Carballo dijo...

..........Final sorpresivo!!!! Te gusta generar tensión verdad?? Engañar al lector tiene sus ventajas, me habías dejado fascinado con las 3 entregas al pendiente de los sucesos.......
Fue una noche extraña en realidad......


pd.-Cuándo vas a volver a escribir otra historia???


saludos amiga, sirena desde tierra azteca!!!

Sirena Varada dijo...

Jejeje la próxima vez que tenga una experiencia digna de ser contada prometo volver a escribirla..Gracias Guillermo