miércoles, 30 de enero de 2008
Sevilla
Un dia de nervios culmino en una noche clara, a las claras y sobre todo de urgencia. Despertamos al amanecer tranquilo de lo conocido, al volver al reencuentro de la suave calidez de su piel contra la mia. El saludo del sol y la claridez llamando al balcón, nos levantaron lúcidos, para encontrarnos mas tarde caminando, casi sin rumbo, en un enjambre de coches, ruidos y gente. Que estaban, pero desaparecían paulatinamente, ensombrecidos bajo nuestras palabras primero, conversación al poco y risas complices durante toda la jornada. Volvimos rendidos al calor del lecho abandonado, a recordar caricias ya dadas y rememorar cuando nos besabamos, hace ya siglos. Durmientes bajo el manto del recuerdo en un recodo, esta vez, la luna se asomaba al balcón, llamando con su embrujo, a que nos bañaramos de ella. Y asi nos fuimos callejeando, jugando al escondite con la luna, que nos miraba atenta y guiaba nuestros pasos hacia el camino que debiamos recorrer juntos de nuevo. Sevilla nos protegía con su muralla, mientras nos dejabamos llevar, danzantes, arriba y abajo, casi sin tocar el suelo con los pies, sostenidos por nuestras miradas q no se separaban un momento. Hubiera querido que la noche se prolongase eterna, incesante. Pero vino la claridad de la mañana otra vez, a recordarnos que esto solo era una tregua en el camino, que debiamos comenzar otra vez a caminar, a encontrarnos el uno al otro, a buscarnos mutuamente para volver a estar juntos de nuevo, igual que hace siglos habiamos estado, reencontrarnos en el desconocimiento mutuo, con la sensación de que nunca debimos separarnos.
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1 comentario:
¡Que hermosa es tu esperanza, sirenita, que los mares te traigan a mi playa!
Un beso de mar a mar
Roberto
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